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domingo, 31 de maio de 2015

Amato: Fátima explica las persecuciones actuales pero «no hay un cuarto secreto ni secretos ocultos»

El prefecto de los Santos tuvo en sus manos el tercero

Ruinas, un obispo vestido de blanco... algunas claves del tercer secreto pueden estar verificándose ante nuestros ojos.
Actualizado 9 mayo 2015


La edición del viernes de L´Osservatore Romano recoge la conferencia pronunciada en Roma el día anterior por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, al abrir en el Antonianum un congreso sobre El mensaje de Fatima, entre el carisma y la profecía.

"Cuando fui secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe tuve el privilegio de tener en mis manos y leer los manuscritos originales sobre los secretos de Fátima y su mensaje. Los he meditado largamente, porque lanzan una luz de fe y de esperanza sobre los tristísimos acontecimientos del siglo pasado... y no sólo del siglo pasado", empezó el prelado.

Seis grandes persecuciones anticristianas en un siglo
"El siglo XX, anunciado como un tiempo dominado por la razón y la fraternidad entre los pueblos, en realidad fue un periodo trágico para el cristianismo, perseguido y oprimido en muchas partes del mundo", continuó: "Dejando aparte las dos guerras mundiales, las estaciones más trágicas de este Via Crucis evangélico fueron, una tras otra, el genocidio armenio, la represión mexicana, la persecución española, la destrucción nazi, el exterminio comunista y, en esta primera parte del tercer milenio, la persecución islamista. Son millones las víctimas de ideologías malignas, que han producido y producen todavía conflictos, odios y divisiones".

El cardenal Angelo Amato, responsable
del dicasterio de las canonizaciones.

El cardenal Amato apuntó que el mensaje de Fátima, "de forma visionaria", anticipó este drama, "levantando el velo sobre hechos históricos concretos, donde la perversa voluntad de hacer el mal por parte del enemigo del bien se alza contra la Providencia de Dios". La aparición de 1917 en el pequeño pueblo de Portugal anticiparía, según el purpurado, el tiempo presente, definido por el Sumo Pontífice como martirial: "Como repite a menudo el Papa Francisco, la Iglesia es hoy una Iglesia de mártires, de cristianos que son asesinados cotidianamente sólo por odio a su inquebrantable fe en Nuestro Señor Jesucristo".

No hay más secretos
"Fátima, con su famoso secreto, es sin duda la más profética de las apariciones modernas, con alusiones concretas a guerras, divisiones y tragedias", dijo el cardenal Amato, quien se apresuró a deshacer cualquier equívoco: "Desde ya afirmo que no existe un cuarto secreto ni hay otros secretos ocultos".

Recordó que las dos primeras partes las escribió Sor Lucía en 1941, con algunos añadidos en 1951, y se refieren a la visión del infierno que tuvo la religiosa (única de los tres videntes que sobrevivía en esa época), al establecimiento de la devoción al Corazón Inmaculado de María para convertir a los pecadores, a la consagración de Rusia a ese Corazón Inmaculado y a a comunión reparadora de los primeros sábados de mes.

La tercera parte la escribió el 3 de enero de 1944 y no debía abrirse antes de 1960. Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I (si es que tuvo tiempo de conocerlo) decidieron no revelarlo, hasta que lo hizo Juan Pablo II en el año 2000.

El cardenal Amato recuerda en su conferencia toda esta historia y las aclaraciones que pidieron a Sor Lucía tanto el luego cardenal Tarsicio Bertone, a la sazón secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como el cardenal Joseph Ratzinger, su prefecto.

El programa de Fátima
Además de la penitencia, el cardenal Amato señaló que el mensaje de Fátima apela "a la fe, a la adoración de Dios, a la esperanza, al amor a Dios, al perdón, a la oración, al sacrificio, a la participación en la Eucaristía, a la intimidad con la Trinidad, al rezo diario del Rosario, a la devoción al Inmaculado Corazón de María, a la meditación sobre la vida eterna, al apostolado, a la perseverancia en el bien, a dejar de ofender a Dios, a la santificación de la familia, a la perfección de la vida cristiana, a la vida de plena consagración a Dios, a la santidad y a seguir el camino del cielo".
 
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