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sexta-feira, 1 de maio de 2015

Es gay, es agnóstico y razona con contundencia por qué votará contra la redefinición del matrimonio

El referéndum irlandés se celebra el 22 de mayo

Keith Mills relaciona la naturaleza del matrimonio con la protección de los hijos como principal razón contra su redefinición legal.
Actualizado 30 abril 2015

ReL 

El 22 de mayo tendrá lugar un referéndum en Irlanda para redefinir el matrimonio de modo que pueda reconocerse legalmente esa condición a personas del mismo sexo. El país ya dispone desde 2010 de una ley de uniones civiles que prácticamente equipara la unión homosexual con el matrimonio, pero ahora se pretende una igualdad por inclusión, lo cual puede obligar a una reforma constitucional. Según datos de 2011, en Irlanda hay 143.600 uniones civiles, de las cuales 4042 son del mismo sexo, un 2,81%.

Dentro del debate sobre la cuestión, destaca la posición adoptada públicamente en el diario Independent por Keith Mills, un homosexual que se confiesa agnóstico y explica las razones por las que votará el día 22 contra la redefinición del matrimonio.

Por su interés, reproducimos el artículo de Mills en su integridad.

Por qué votaré "no" al matrimonio del mismo sexo, aunque soy gay
Dado que el debate público sobre el próximo referéndum sobre el matrimonio homosexual se puso en marcha seriamente la semana pasada, se te puede perdonar si piensas que las dos partes enfrentadas consisten en toda la comunidad gay y los partidos políticos favorables a la redefinición del matrimonio, con la sola oposición de la Iglesia Católica y organizaciones católicas como el Iona Institute. La verdad, sin embargo, es más compleja, como yo sé bien al ser un hombre gay agnóstico que apoya el voto al "No" en mayo.

Si bien no tengo dudas de que la mayoría de la comunidad gay "out" están probablemente a favor del "sí", sé que no soy la única voz que se opone a este voto, pero sí que soy uno de los pocos que quiere expresarse libremente sobre este tema. Es bien sabido también que varios políticos tienen reservas sobre este importante cambio en la legislación, pero no están preparados para hablar claramente por miedo a desobedecer la política del partido.

Mi objeción al matrimonio homosexual se basa en dos principios fundamentales: primero, que el Estado, sus organismos e instituciones encargadas del bienestar de los niños deben ser capaces de proporcionarles una familia con un padre y una madre y, segundo, creo que las uniones civiles son un modo mejor de reconocer legalmente las uniones homosexuales y de proporcionar todos los derechos que proceden del matrimonio civil; son, además, un modo mejor de expresar la diversidad.

Desgraciadamente para los que apoyan su redefinición, en Irlanda no se puede debatir sobre el matrimonio sin debatir sobre la familia. Dejando de lado las limitaciones al divorcio, el único matrimonio mencionado en la Constitución está en la sección 41, donde el Estado se compromete a custodiar el matrimonio como la institución en la que se fundamenta la familia. Distintos Fiscales Generales han dicho a sus compañeros de gobierno que el matrimonio homosexual está en conflicto con esto.

Obviamente, existen otras unidades familiares y los niños pueden crecer satisfactoriamente fuera del matrimonio tradicional; pero al mismo tiempo que todos los niños deben ser protegidos por igual ante la ley, el matrimonio debe seguir siendo la piedra angular de la unidad familiar y el mejor modo de hacer esto es no redefinirlo. El resultado de permitir que parejas homosexuales se casen es que las agencias que se ocupan de encontrar padres que quieran adoptar y acoger a niños no pueden legalmente favorecer a familias que tengan un padre y una madre, algo que está comprobado es el mejor ambiente para los niños.

Vale la pena recordar que otros países como Portugal han separado la introducción del matrimonio homosexual del derecho de las parejas homosexuales a adoptar, por lo que las parejas se pueden casar, pero no pueden adoptar. En Irlanda debe solucionarse la cuestión de la familia y los derechos de adopción a través del proyecto de Ley para la Infancia y las Relaciones Familiares, prometida hace más de un año. Cuando este proyecto se convierta en ley, los niños adoptados por parejas homosexuales u personas solteras tendrán los mismos derechos que los otros niños. Si esta ley no se hubiera demorado, habría permitido un debate más claro sobre los peligros y cualquier mérito inherentes a la redefinición del matrimonio.

Incluso si uno no ve el mérito en que el Estado y sus agencias permitan que se favorezca a las familias que pueden proporcionar un padre y una madre a un niño, hay otras razones para votar "No" en el referendum de mayo. Hace cinco años introducimos las uniones civiles con el apoyo de todos los partidos en el Dail y esto ha demostrado ser un éxito porque ha permitido que las parejas homosexuales vean reconocidas sus relaciones legalmente, lo que ha demostrado que los homosexuales claramente consideran el reconocimiento legal como algo positivo y que ha proporcionado un apoyo esencial en los que respecta a los derechos de herencia, el estatus familiar, los beneficios relacionados con el empleo, etc. Casi todas las áreas donde difieren las uniones civiles del matrimonio civil tienen que ver con el hecho de la adopción infantil y cualquier falta se eliminará del proyecto de Ley para la Infancia y las Relaciones Familiares. Me molesta, por consiguiente, que quienes defienden el matrimonio homosexual intenten retratar a las uniones civiles como un "matrimonio de segunda clase". No es en absoluto así como yo y otras personas lo vemos.

Las uniones civiles difieren de los matrimonios civiles en que las primeras se anulan, en vez de obligar a las parejas homosexuales a atravesar por un divorcio, un proceso mucho más difícil y a menudo más caro; además, el adulterio no se considera base para disolver una unión civil, mientras que sí lo es para el divorcio en un matrimonio. Esta diferencia se debe a que las uniones civilies no se consuman del modo como lo hace un matrimonio; los matrimonios no consumados también pueden ser disueltos.

Si las parejas homosexuales desean cambiar la unión civil, permitiendo que el adulterio se considere una base legal para acabar con la unión y desean obligar a todas las parejas a atravesar por un proceso de divorcio en nombre de la "igualdad", entonces tenemos que abrir este debate en lugar de redefinir el matrimonio, una institución que se estableció para apoyar a los niños y que no refleja la realidad de la mayoría de las relaciones homosexuales.

Personalmente creo que las uniones civiles son el modo mejor para reflejar la realidad de la mayoría de las uniones homosexuales y la idea de que el matrimonio civil del tipo "una medida igual para todos" es el método de reconocer legalmente todas las uniones no responde al hecho de que la relación que un hombre establece con otro hombre es intrínsecamente diferente de la relación que un hombre establece con una mujer. Esta diferencia es tan fundamental como la que hay entre un hombre y una mujer.

En Irlanda tenemos la suerte de poder decidir si el matrimonio debe ser protegido tal como es ahora o si debe ser redefinido a instancias de una pequeña pero ruidosa minoría. El pequeño número de países que ha legalizado el matrimonio homosexual lo ha hecho sin referéndum y a menudo contra la opinión pública, causando un gran resentimiento.

Como hombre homosexual pienso que hay muchas maneras de gastar los 20 millones de euros que va a costar este referéndum para beneficiar a la comunidad gay y a una sociedad más amplia. Este referéndum es innecesario y debería rechazarse para mantener la posición especial y única que tienen las madres y padres y para reconocer legalmente la diversidad de las relaciones homosexuales.

(Traducción del inglés de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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