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domingo, 9 de agosto de 2015

Sal Bando: «Recibir la Eucaristía una vez es mucho más que ganar tres Series Mundiales de béisbol»

Es tricampeón mundial de béisbol y fundador de Atletas Católicos para Cristo



Participar en el Juego de Estrellas de las Grandes Ligas de Béisbol es un sueño de todo joven jugador de este deporte, y Sal Bando fue capaz de vivir este sueño en cuatro ocasiones. Hizo su debut en el Juego de Estrellas en 1969, y después otras tres veces, entre 1972 y 1974, todos con los Oakland Athletics, ganando tres Series Mundiales y siendo él el capitán del equipo.

Mientras todo iba bien en el campo, Bando permaneció lejos de la fe católica que había vivido en su juventud. Pero cuando empezó a experimentar problemas en el béisbol se acordó de lo importante que es Cristo y la Iglesia, y a partir de ese momento empezó a recuperar una perspectiva católica de la vida.

Bando fue gerente general de los Milwaukee Brewers entre 1991 y 1999, y en 2006 ayudó a lanzar la asociación Catholic Athletes for Christ (Atletas Católicos por Cristo), un grupo en el que sigue actualmente como miembro de la Junta Asesora del atleta.

Bando concedió la siguiente entrevista a la revista norteamericana National Catholic Register.


 
Usted ha sido cuatro veces jugador de la All-Star de Béisbol. ¿Cuáles son sus principales recuerdos del Juego de las Estrellas?
El más memorable fue el primero en 1969, no tanto por el juego en sí, sino por lo que pasó a su alrededor. Esa temporada se celebraba el primer centenario de la Liga Mayor de Béisbol, y el 40 aniversario del Partido de las Estrellas. Se llevó a cabo en Washington, DC, así que tuvimos un evento con el presidente Nixon. Además hubo muchas cosas interesantes previas al juego.

El partido fue suspendido por la lluvia, así que en realidad se jugó al día siguiente. Después de toda la celebración previa al partido y después del retraso, yo tuve un golpe contra Bob Gibson, un lanzador fantástico. Ese fue probablemente el mejor recuerdo del juego, y por lo que valió la pena ir al All-Star.

¿El éxito y la atención del público hace más difícil mantener una perspectiva equilibrada sobre la vida?
Ciertamente no lo hace más fácil. En aquella época, yo tenía 30 años, había estado en cuatro Juegos de Estrellas y gané tres títulos de la Serie Mundial. Esto se te puede subir a la cabeza si no tienes un fundamento espiritual firme. Yo me tomé en serio la fe católica antes de mi carrera en las Grandes Ligas, pero con el tiempo el béisbol se convirtió para mí en algo más importante que Dios. Yo vivía y respiraba béisbol, sin pensar en lo que Dios quería de mí.

Abrí los ojos y vi que tenía que hacer las cosas de forma correcta. Vi que el ídolo del béisbol era una cosa pasajera, y que Dios nunca llegaría a ser irrelevante: en cualquier circunstancia de la vida, Dios tiene que ser la primera prioridad. Esto es esencial para cualquier persona, pero más aún para alguien que juega profesionalmente al deporte.

Creer con firmeza en Dios nos ayuda en los altibajos de la vida. Alguien que está cerca de Dios, no se deja llevar por el éxito, ni se deprimen ante el fracaso, incluso los resultados llegan a ser indiferentes, porque el creyente sabe que Dios quiere una devoción y una intención sincera por nuestra parte, y no unos resultados específicos. Mientras recemos todos los días y vivamos los sacramentos que Jesús nos ha dado, nuestros esfuerzos para conseguir las cosas bien hechas estarán bien encaminados.


 
En la actualidad, en la mayoría de los estadios de Grandes Ligas se celebran misas, cosa que no sucedía en sus días como jugador…
Había algunos lugares aislados donde uno podía ir a misa, pero no, no era como hoy en día. He ayudado a Ray McKenna, el fundador de la asociación Atletas Católicos para Cristo, a conseguir que se celebren misas en más estadios para jugadores católicos y el resto del personal del club. Dependiendo de cuál sea el horario, algunas personas pueden llegar a una misa en una iglesia el domingo, pero otras veces es muy difícil, por lo que Ray ha puesto mucho esfuerzo en conseguir que se celebre Misa para los empleados de las Grandes Ligas en todo el país.

No estoy tan involucrado en Atletas Católicos para Cristo como solía estar antes, pero todavía soy parte de la Junta Asesora junto con otros jugadores de las Grandes Ligas como Mike Sweeney, Jeff Suppan y Craig Stammen. Dar a conocer que todo -incluso el mundo del deporte- es cosa de Dios es algo muy valioso. Estoy feliz de que más y más atletas profesionales están viendo esto. En general, los deportistas son mucho más propensos a hablar públicamente acerca de Dios de lo que solían ser antes.

¿Qué es lo que más aprecia de la Iglesia Católica?
La lista de grandes cosas de la Iglesia es muy larga, pero la Misa es la más importante. Tiene todo lo que se necesita para estar unido a Dios. Las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento y el sermón son importantes, pero lo más importante de todo es la Eucaristía. Hay una profunda paz que viene de recibir a Jesús en la Comunión y el silencio de oración que viene después. Es un momento de gran recogimiento, si lo hacemos así.

Todo lo divertido que fue jugar en cuatro Juegos de las Estrellas y ganar tres Series Mundiales no se parecen en nada a recibir la Eucaristía una sola vez. Ningún éxito material puede sustituir a la pérdida de la gracia, porque la gracia es lo que nos une a Dios. Si la unión con Él no está activa, vamos a sentirnos incómodos. Como san Agustín oró: "Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". Esto se hace más evidente cuando recibimos la Eucaristía.


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