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segunda-feira, 29 de fevereiro de 2016

Atiende gratis el parto de niñas para evitar que sean abortadas y cambiar la mentalidad de la India

Ganesh Rakh lo financia con su trabajo: no pide ayuda pública ni privada

Ganesh Rakh: una lucha por cambiar la mentalidad, nacimiento a nacimiento.
Benedetta Frigerio / Tempi  29 febrero 2016

«Quería hacer mi pequeña contribución al bien común». El médico indio Ganesh Rakh cuenta a Tempi que no había pensado nunca que su batalla para salvar del aborto a las niñas de su país habría implicado a diez mil médicos. Ni que en Bollywood la estrella Amitabh Bachchan lo definiría como «un héroe» ni tampoco que los periódicos internacionales hablarían de su labor.

Y sin embargo, ahora entiende el significado de su sacrificio, él que quería ser un luchador y que de alguna manera se ha convertido en uno.

Ganesh, con la estrella del cine indio Amitabh Bachchan.
Un espíritu emprendedor
Rakh nació hace 40 años en una familia india muy pobre de la que pronto aprendió el significado del trabajo. El padre era un mozo, la madre trabajaba lavando platos en las casas. Él deseaba luchar en un ring de manera profesional. «Pero mi madre me dijo: así acabarás comiéndote todo lo que tenemos y no nos bastará. Si coges este camino es probable que también tú acabes siendo un mozo».

Así que trabajó para obtener una beca e ir a la facultad de Medicina. Los primeros tiempos, después de la licenciatura, trabajó día y noche como ginecólogo en las casas y en las clínicas privadas. Después, en 2007, con sólo 31 años, decidió abrir en Pune un hospital privado, que hoy tiene 35 empleados y 50 camas.

Prejuicios y sobornos

Fue aquí donde empezó a darse cuenta del prejuicio de los indios contra las hijas: «Para un médico lo más difícil es anunciar a los familiares que un ser querido ha muerto. Pero para mí lo era también cuando nacía una niña. Los familiares y las madres lloran desesperados porque consideran la continuidad de la propia descendencia más importante que la vida». «Muchas mujeres -sigue el médico- no abortan antes porque piden ayuda a los santones que les preparan brebajes que les aseguran el nacimiento de un varón».

Al problema de una mentalidad muy enraizada, se añade el de la falta de aplicación de la ley: «Aunque en 2003 se aprobó una ley que prohibía la selección en base al sexo, castigando a los médicos que la hacen con multas de hasta cincuenta mil rupias y tres años de cárcel, no se respeta la legislación».
 
La culpa la tiene la corrupción, por lo que son acusados sólo los médicos que no pagan un soborno, y «también la conformidad del gobierno, que no hace nada para sensibilizar sobre este tema, más bien al contrario, cierra los ojos sobre la actuación de numerosos centros en los que se realizan tests diagnósticos con el fin de abortar a las niñas».

Que las niñas nazcan gratis
Es así que la práctica del aborto en base al sexo, «presente tanto entre las castas pobres como entre las ricas», hace que el índice de mortalidad infantil femenina sea mucho más alta que la de los varones: «Si al nacer necesitan cuidados, a menudo las familias prefieren dejarlas morir».

Investigando a fondo el problema, el médico descubrió que mientras en los años sesenta en la India había 976 niñas cada 1.000 niños menores de 7 años, hoy en cambio el número ha disminuido a 914.

Y en 2011, cuando el número de las niñas nacidas descendió aún más, Rakh, pensando en la suerte de su única hija de nueve años, entendió que no podía quedarse mirando. Por lo tanto, eligió atender el nacimiento de las niñas gratuitamente. «Cada nacimiento es celebrado con un pastel, velitas y un ramo de flores para la madre» nos dice. Hoy sus salas de parto se han transformado en una fiesta permanente, dado que la clínica cuenta con una media de cinco nacimientos al día: «Las familias acuden a nosotros porque saben que se da a luz gratuitamente y poco a poco la mentalidad cambia. Aunque no ha sido fácil».

Impulsados por Ganesh, diez mil médicos se han comprometido a atender gratuitamente el nacimiento de al menos una niña.
De hecho, al principio su mujer y las familias de los dos hermanos con los que vive el médico se habían opuesto a su decisión a causa de las dificultades económicas. Quien lo apoyó desde el principio fue su padre: «Me exhortó a seguir haciendo el bien diciéndome que, si era necesario, se ponía a trabajar de nuevo como mozo».

Ninguna ayuda pública
Rakh empezó su proyecto trabajando 17 horas al día y visitando de 50 a 100 pacientes para «ganar lo suficiente y seguir con mi obra: a menudo trabajo también por la noche para no pagar a otro médico». El resto del tiempo lo pasa con sus padres, su familia y las de sus hermanos: «Estar con ellos es mi ocio y a veces me siguen en la batalla de sensibilización por el país».

Porque Rakh no sólo quiere explicar a las madres que quieren un varón que «sean felices porque es Dios omnipotente quien quiere esa niña», sino que ha decidido organizar marchas y conferencias para cambiar la mentalidad de los indios.

«Pero solo no puedo conseguirlo -dice-, quiero que todas las niñas indias puedan nacer». Y así, con la campaña Save the baby girls ha llegado a casi diez mil médicos: «Cada uno de ellos atenderá el nacimiento de una o más niñas de forma gratuita, celebrando su vida como hacemos nosotros».

Ahora incluso el gobierno ha hablado de él, apreciando su esfuerzo, aunque «no he pedido nunca dinero ni a las instituciones ni a los privados». Rakh recuerda las dificultades burocráticas para acceder a los fondos públicos «y además soy médico, no publicista».

Convencido de que «el dinero llega si la Providencia quiere», el médico concluye: «He empezado una cosa pequeña y nunca habría pensado que mi esfuerzo habría llegado hasta aquí. A menudo, el todo en el poco puede obtener cambios radicales». En el fondo, Rakh sí que se ha convertido de verdad en un luchador, sólo que de manera distinta a como habría imaginado: «¿Qué haremos ahora? Seguiremos haciendo lo que estamos haciendo».

(Publicado en Tempi, traducción de Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares)


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