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terça-feira, 20 de setembro de 2016

El caso del menor eutanasiado en Bélgica era una campaña: el objetivo son los demás «improductivos»

Carine Brochier, del Instituto Bioético Europeo, advierte de que que se quiere hacer obligatoria

Carine Brochier, junto a un elocuente cartel: No a la eutanasia de los viejos.
ReL  20 septiembre 2016

La semana pasada se difundió la noticia de que en Bélgica, donde la eutanasia es legal desde 2002, había sido aplicada por primera vez a un menor de edad, algo permitido desde 2014.

Como cuenta Benedetta Frigerio en Tempi, el caso ha sido presentado (erróneamente) como el primer caso en el mundo de eutanasia de un menor, permitido por una legislación única en su género. Sin embargo, el episodio «ha sido falseado». De hecho, unos días más tarde, «cuando todos pensaban que había sido un niño el que había pedido la eutanasia, se ha descubierto que quien la había pedido era casi mayor de edad». Quien comenta este hecho, que en pocas horas ha traspasado las fronteras de Bélgica, es Carine Brochier, miembro del consejo de directores del Instituto Europeo de Bioética.

-¿Cree que otros casos seguirán?
-Este caso es verdaderamente extraño. La noticia ha salido como si se tratara del primer niño que ha pedido la muerte y ahora, después de que esta noticia ha penetrado en el imaginario colectivo, se descubre que el protagonista era un joven que estaba a punto de cumplir 18 años. ¿Por qué? Se necesitaba un episodio como este, porque aunque la eutanasia en menores está permitida en Bélgica desde hace dos años, hasta ahora nadie la había solicitado. Y esto a pesar de que los números, en general, han aumentado vertiginosamente desde que se legalizó la eutanasia: en 2003 la solicitaron 235 personas; en 2013, 1816.

-¿Por qué montar este caso si la ley ya permite todo?
-Los datos demuestran la inutilidad de la norma, que fue aprobada sin que hubiera ningún debate como respuesta a un problema urgente. La falta de otros casos revela que detrás del impulso legislativo no hay petición alguna por parte de la sociedad. Una verdad confirmada también por los Países Bajos, donde los episodios que implican a menores, diez años después de la introducción de la eutanasia infantil, son sólo cinco. Me parece evidente que el objetivo de la campaña mediática es que se incrementen las solicitudes de eutanasia mediante el incremento de la oferta.

-A pesar de la ley, las solicitudes por parte de menores son prácticamente inexistentes.
-No es necesario que se aplique la ley, basta que ésta exista. Y lo fundamental no es que se trate de un niño o que los casos sean muchos; basta uno para cambiar la mentalidad. El objetivo no son sólo los niños, sino todas esas personas que se consideran improductivas: si se acepta la idea de que un pequeño inocente puede ser matado, con mayor razón es admisible el homicidio de enfermos, ancianos, dementes. La intención es empujar a las personas improductivas a pedir que las maten. No es una casualidad que los ancianos hoy en día razonen así: "Si soy un peso para todos, si sólo represento un coste, entonces mejor me quito de en medio".

-Una vez obtenido esto, ya no queda nada más que obtener.
-Desgraciadamente hay otros escalones. El próximo será la eutanasia como derecho, por lo que se eliminará la objeción de conciencia de médicos y enfermeros. Muchos de ellos ya temen y relatan una presión creciente en este sentido. Nos acercamos al totalitarismo puro y duro.

-¿De verdad?
-Este último caso representa sólo una pequeña pieza de un puzle enorme en el que el Estado decidirá quién debe vivir y quién debe morir, según la productividad y la eficiencia del ciudadano. En los Países Bajos ya sucede que los médicos se sienten obligados a matar, hasta el punto de que algunos están intentando reaccionar.

-¿Nadie en Bélgica, ante este hecho, ha protestado o ha vuelto a plantear la cuestión?
-Hace muchos años que la maquinaría mediática influye sobre el sentimentalismo. La gente ya está acostumbrada a juzgar basándose en las sensaciones. La mentalidad según la cual la eutanasia es la respuesta al sufrimiento, que hay que eliminar, está muy difundida. De hecho, este modo de razonar es ciego, no ve la paradoja: para eliminar el sufrimiento se elimina al enfermo a quien se dice que se quiere ayudar. La respuesta razonable al sufrimiento es sólo una: el acompañamiento de quien sufre y el alivio de su sufrimiento, también mediante los cuidados paliativos, muy desarrollados actualmente.

-En Italia aumentan las presiones para legalizar la eutanasia. Naturalmente se habla de una ley que la permita sólo en casos excepcionales. ¿Qué le diría a los legisladores italianos?
-Que cuando estás sentado en tu salón y dejas la ventana entreabierta, si hay viento la ventana se abrirá cada vez más. Del mismo modo, si se admite un solo caso de eutanasia legal, el camino sólo podrá ser la extensión total de esta práctica, porque si la vida se convierte en jurídicamente disponible ya no hay bases legales para justificar la presencia de límites. Bélgica es una demostración de lo que digo: en 2002 la norma era rígida y estaba limitada a "casos excepcionales"; hoy estamos ante la total falta de control en su aplicación (como ejemplo, este último caso, del que no se sabe casi nada, ni las condiciones mentales del joven de diecisiete años, ni la opinión de su familia al respecto). Así, si en principio la eutanasia era presentada como una excepción, hoy estamos casi obligados a practicarla.

-¿Hay esperanza?
-Podemos tenerla en los hombres y mujeres dispuestos a oponerse a ella, en los médicos y en los enfermeros que se niegan a someterse a un Estado que quieren convertirlos en ejecutores de muerte.

Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).



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