Dieudonné Nzapalainga, nuevo cardenal de la Iglesia Signum
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El 19 de noviembre, el centroafricano será el cardenal más joven del colegio
Cultiva amistades con protestantes y musulmanes y no se cansa nunca de reclamar la paz
Juan José Aguirre, 17 de octubre de 2016 a las 15:07
(Juan José Aguirre, obispo de Bangassou).-El próximo 19 de noviembre, será el más joven Cardenal del Colegio cardenalicio. Monseñor Dieudonné Nzapalainga, Espiritano, 49 años. Después de estar 3 años como Administrador Apostólico en Bangui desde 2009, fue consagrado Obispo por el Cardenal Filoni
el 12 de mayo del 2012, es decir hace un poco mas de 4 años y llevado
directamente a su sede como Arzobispo de Bangui, Centroáfrica. Ya ha
sido nombrado Cardenal pues su nombre aparece en la lista que el Papa Francisco leyó durante el Ángelus del pasado 9 de octubre. Una carrera meteórica para un hombre de mucha valía.
Siempre hay algo que te sorprende en el rostro de alguien que acabas
de conocer: el pelo encrespado, una boca crispada, un tic inconsciente,
mentón pronunciado... En Monseñor Nzapalainga es su rostro ovalado y su fácil carcajada.
En cuanto lo saludas ya la oyes. Estentórea a veces, burlona otras,
escéptica, socarrona o claramente acogedora, su carcajada es una de las
claves de su personalidad.
Rechoncho y bonachón, vino al mundo el 14 de marzo de 1967 en Bangassou, el 5º de una familia de 14,
se educó desde crío en nuestro seminario menor y lo mandamos al
seminario medio y al mayor cuando decidió entrar en la congregación de
los Padres del Espíritu Santo (Espiritanos). Ayer me escribía diciéndome
que "él no sería nada sin la educación que recibió en Bangassou". Ni hay que decir que Bangassou ha sido honrada con esta nominación.
Recuerdo aquel 9 de Agosto del 1988 cuando fue ordenado sacerdote en
la Tribuna de la catedral. Yo había sido consagrado Obispo de Bangassou
unos meses antes y ayudé al que era entonces Obispo titular de
Bangassou, Monseñor Maanicus, espiritano como él, durante toda la
ceremonia. Fui el segundo en imponerle las manos y no podré olvidar la
reacción de su madre: se puso rabiosamente a bailar. Uno de esos
bailes africanos, ululando con su garganta y sus labios y golpeándose
suavemente en ellos con los dedos, produciendo asi un "Uh uh uh..." tan
característico de la alegría africana. Su madre rebosaba de alegría. Era
protestante, de la Iglesia bautista. Era extraordinaria, era la gran
mujer que hay detrás de todo gran hombre, era su madre.
El cambio de siglo le pilló por Marsella, en un centro juvenil
espiritano, pero a los 42 años era ya el candidato para regir la
diócesis de Bangui, entonces en profunda crisis. 3 años como
Administrador Apostólico. Una archidiócesis casi en quiebra técnica y que él supo levantar, dirigir, conducir y sanear. Ya desde entonces no tuvo miedo de tirarse al ruedo. Nada de mirar corruptos y violentos desde la barrera.
Con el barro al cuello nos pilló a todos la llegada de los temibles Seleka,
musulmanes radicales que saquearon el país y nos obligaron a mirar
hacia la Meca durante 9 meses. Era marzo del 2013. Tragamos carretas y
carretones. Toneladas de violencia y amarguras sin fin como ya os he
contado en otros artículos. A finales de 2013 otra rebelión peor que la de los Seleka, los anti-balaka
nos estalló en la boca del estómago. Un 5 de diciembre me tuve que
esconder en un barrio musulmán durante 24 horas y Monseñor Nzapalainga
envió tropas de la ONU a sacarme de allí.
Me llevó a su casa y allí me encontré con el Imán de la Mezquita de Bangui, Kobina Layama,
refugiado en el arzobispado desde hacía meses, su cabeza puesta a
precio, porque los dos, arzobispo e Imán, junto con un Pastor
protestante, gritaban a los cuatro vientos que con la paz todo se gana, que sin paz todo se pierde. Asi nacía la Plataforma interreligiosa por la paz,
que tanto ha predicado y defendido la tolerancia, el perdón y el
respeto. La ciudad de Bangui (y el resto del país) se dividió entre
musulmanes y no musulmanes, entre escenas de horror y crímenes contra la
humanidad.
Monseñor Dieudonné no se salió nunca del ruedo. Siempre habló alto y
sereno, fruto de su espiritualidad espiritana, que no todos los
musulmanes centroafricanos eran selekas, que no había que pagarla con
ellos. Erre que erre luchó por la paz, gritó por la paz y la tolerancia,
expuso su vida y recibió aplausos, silencios y abucheos,
indistintamente, sin descomponer el rostro ni apagar su sonrisa. Una
columna de bronce en medio de una estabilidad que se descomponía a
trozos. Todos los obispos de Centroáfrica luchamos por la cohesión
social. El tuvo que emplearse a tope. La paz se nutre con el diálogo y
éste se fragua abandonando las armas. Sentarse y hablar es su arma más
eficaz.
Aunque nunca faltó su carcajada, hubo momentos en que lo tuvo crudo.
Quizá recordéis el nombre de la gran avenida de Bangui que divide la
comunidad musulmana de las otras, avenida del Teniente Koudoukou
que llega hasta el temible Kilómetro 5 (P.K.5). Antes de la llegada de
Papa Francisco a Centroáfrica el 29-30 de noviembre de hace casi un año,
era un avispero donde había francotiradores que impedían a los
habitantes de un barrio de pasar al otro. A mitad de la avenida está la
Mezquita central de Bangui, la única de las 23 mezquitas de Bangui que
aún queda en pié. Recordad como Papa Francisco fué allí a pedir perdón y
respeto, entró, se descalzó, rezó, saludó a todos y luego invitó al Imán Tidjani a subir al Papa móvil.
Fue un gesto providencial. Jóvenes con gafas de sol y kalachnikov en
bandolera decidieron dejar libre la vía y los barrios se reencontraron
gracias al gesto de Papa Francisco. Unos meses después, otros grupos
radicales impusieron un checkpoint para volver a cerrar la avenida.
Monseñor Nzapalainga (cuyo nombre en lengua sango significa "Dios sabe") reaccionó de inmediato y organizó una "caravana de la paz", se posicionó entre los violentos y, sólo y a pié, empezó a recorrer la Koudoukou. Las armas callaron y un río de gente siguió a su pastor. Los que seguían "debían obligatoriamente dejar las armas".
Podían haberle pegado un tiro. Pero ganó la apuesta. Durante la
ceremonia en la que recibirá la birreta de cardenal, el Papa le dirá que
es roja, como "roja es la sangre que estaréis dispuestos a derramar
para incremento de la fe cristiana y por la paz..." Aquel día Monseñor
Dieudonné arriesgó la vida con valor, pero la avenida no se cerró, las
armas callaron y las escenas violentas cesaron. Imitó a Papa Francisco
que abrió las puertas de la Catedral de Bangui una semana antes que en
Roma, para que paz entrara y los odios se diluyeran. En Bangui empezó el
Jubileo de la Misericordia.
Cardenal viene del latín (cardo) y significa bisagra, gozne... Los 120 cardenales electores (de menos de 80 años) son la articulación que permite abrir las puertas y ventanas de la Iglesia.
No sólo permiten elegir un nuevo Papa, sino que además serán esenciales
para la paz de sus pueblos. Yo creo que, detrás de la persona elegida
por méritos propios, hay un engranaje en clave de geopolítica que hay que mirar con lupa.
Igual me equivoco, pero creo que el país elegido por el Papa para su
visita africana, no era solamente un país en el corazón de África, sino
además era el país más pobre, más indefenso, el eslabón más frágil...
idóneo pues para hacer de pasillo para que el radicalismo islámico
pudiera penetrar en el centro del continente africano.
Creo que el dinero del petróleo y los radicales ya lo intentaron por
el Sudán y fue un fracaso, porque protestantes y católicos del Sud Sudán
fueron una barrera y no pasaron del Darfur, limitando con el Chad
amigo. Papa Francisco no eligió ni el Camerún, ni el Congo Brazza ni el
Chad. Vino a Centroáfrica y se hubiera tirado "en paracaídas" (según sus
palabras) si no le hubieran permitido venir. Ahora elige un cardenal centroafricano, no de otro país limítrofe.
El siguiente paso será, creo yo, reforzar las diócesis limítrofes a las
zonas radicales para hacer barrera y evitar el horror y la agresión
flagrante a los derechos humanos que supondría la llegada de criminales
como los del Boko-Haram o del Isis al corazón del continente.
in
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