Señala que la unidad necesita respetar las diferencias, también en el ámbito académico
El Santo Padre habla a los estudiantes de la universidad Roma Tre |
(ZENIT – Roma).- La verdadera unidad no es uniformidad, no es
aniquilar las diferencias; el símbolo de la globalización no tiene que
ser una esfera sino un poliedro, porque una verdadera globalización
tiene que respetar las culturas, razas e identidades.
Esta es otra de las ideas que el papa Francisco explicó este viernes
17 de febrero de 2017 a los jóvenes de la universidad italiana ‘Roma
Tre’, durante la visita que realizó en su sede central de Roma.
Así el Santo Padre pidió no confundir unidad con uniformidad, porque
“la unidad necesita de las diferencias” y por lo tanto “la unidad debe
respetar las diferencias”.
El ejemplo que dio es la figura geométrica del poliedro, que es
diverso de una esfera: “Es un error pensar a la globalización como si
fuera una pelota, una esfera, donde cada punto está a igual distancia
del centro”. Si así fuera, “esta uniformidad es la destrucción de la
unidad, porque quita la capacidad de ser diferente”.
En cambio “en una globalización poliedrica, hay unidad, pero cada
persona, cada raza, cada cultura siempre conserva su identidad de
origen”. Indicó que esto vale también para los centros de estudio: “La
unidad de una universidad va por este camino” y cuando se hace así “las
culturas crecen, el nivel cultural crece, porque se entabla un diálogo
continuo entre todos los lados del poliedro”.
“El peligro de hoy” añadió el Santo Padre, es “concebir una
globalización en la uniformidad, que destruye”. Y retomando el término
‘comunis patria’ usado por el estudiante en su pregunta, Francisco
concluyó que esta es donde “se hace unidad en la diversidad”.
En el tema del diálogo el Santo Padre señaló que “cuando no hay
diálogo en la casa, cuando en cambio de hablar se grita o se reprende, o
cuando en la mesa en cambio de conversar, cada uno está con el teléfono
móvil hablando con otros”, cuando no somos capaces de respetar a los
otros “allí inicia la guerra”.
Y “Dialogar el propio de las universidades” porque si uno va a clases
“siente al profesor o la profesora y después vuelve a casa, no es una
universidad. La universidad debe tener este trabajo artesanal del
diálogo. Escuchen la lección, la sabiduría de los profesores, pero el
diálogo, la difusión, esto es importante”.
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